Entre gusanos y sanguijuelas.

Fuerteventura Limpia : miércoles, 1 de abril de 2009 4 opiniones
Poder y corrupción son, sin lugar a dudas, dos términos que van acompañados en no pocas ocasiones. Aquél que dispone de poder, es decir, de la facultad de influir sobre su entorno y sobre el resto de los individuos, conoce el valor de éste, y conoce aún mejor la tentación de pervertirlo, y es que han sido muchos, desde magistrados hasta ministros, personas de incuestionable prestigio y reputación, los que un día decidieron morder la manzana de la corrupción.

Sin embargo, la corrupción no es algo reservado en régimen de monopolio a las “altas esferas”, sino también práctica habitual en ámbitos tan inocentes como el que representan las organizaciones no gubernamentales o las universidades, y ello tal vez, porque los requisitos para convertirse en corrupto son sólo dos: situarse en una posición de cierto poder, y estar dispuesto a corromperse. España conoce bien este asunto, la célebre “picaresca española” reconvertida en la “Doctrina Jesús Gil”, ha sido manual de apoyo para alcaldes y funcionarios públicos, que sirviendo, como no podría ser de otro modo, al interés general, han conseguido enseñarnos que la ambición no tiene límites.

Algunos teóricos de la ciencia política han indicado en más de una ocasión, que la temperatura democrática de un país se puede averiguar analizando los niveles de corrupción existentes. Pues bien, si tenemos en cuenta esto, y analizamos nuestro panorama nacional, nos daremos cuenta de que en España nos encontramos bajo cero. Valoraciones aparte, este dato además, puede ser reutilizable para medir el grado de hipocresía de un país, y observar desde esta nueva óptica, lo imprudentes que resultan algunas declaraciones, más aún cuando tu vecino comparte contigo el mismo cubo de la basura.

Tal vez, lo más preocupante de este mal endémico resida en la tolerancia con la que los ciudadanos lo aceptamos, y es que sí cierto aquello de que la pasividad es complicidad, este país es culpable y mucho de la corrupción. Desde FILESA hasta Marbella, hemos sido, durante años testigos de auténticos saqueos a la Hacienda pública, y sin embargo aquí seguimos, contemplando este espectáculo grotesco, en el que los mismos que con vara y solemnidad declararon que lo público era res extra commercium (fuera del comercio) se han dedicado a negociar con ello.

Una sociedad que se autocalifica como democrática no debe tolerar corruptelas, no ya porque de hacerlo entramos en ese ejercicio imposible de intentar asimilar democracia y corrupción, sino porque permanecer pusilánimes ante determinados hechos, es dejar que lo público, “lo nuestro”, sea alimento para gusanos y sanguijuelas.

Un artículo de Álvaro Perea en
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4 comentarios ¡Publica el tuyo! : for Entre gusanos y sanguijuelas.

  1. Un artículo que dice mucho de lo que está pasando en el país y que es de aplicación a cualquier comunidad.Lamentablemente, si tenemos en cuenta que cada vez son menos las personas cualificadas que acceden a cargos públicos, es de aventurar que la actitudes antidemocráticas se vayan a amplificar porque son muchos los ven la políca como un trampolín para conseguir lo que no pueden por su formación o trabajo.

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  2. señores nacionalistas canarios, no hay nada mas español que la picaresca ... asi que aplíquense el cuento si tanto quieren diferenciarse de ellos! XD En los países anglosajones por el contrario hay mucha conciencia frente a la defraudación

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  3. En mi opinión el problema de la corrupción es algo más que unos pocos, o más bien muchos poderosos aprovechándose del ciudadano , es algo más enraizado en nuestra sociedad , la sociedad como bien dices de la picaresca. Una sociedad que asume la corrupción de sus “lideres”, una sociedad que no condena o rechaza la corrupción en si , sino que lo que les molesta es ser los estafados y no los estafadores. Y lejos de ir alejándonos de estas ideas las actuales reformas educativas agravan estos problemas al estar fundadas en que lo verdaderamente importante es el dinero, vivir mejor económicamente, tener más y más . dejando todo tipo de valores humanos de lado.

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  4. y si tenemos en cuenta que el proceso de incorporación de funcionarios e interinos de las Administraciones Públicas no está basado en el mérito ni en la valía sino en los intereses familiares y/o políticos, nos encontramos con que las instituciones que podían modificar las cosas están podridas por dentro... mal asunto

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